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lunes, 20 de julio de 2020

LECTURA DE GÉNESIS 47


COMENTARIO

El capitulo 47 de Génesis nos relata el encuentro de Jacob con el faraón, y nos muestra como Dios había movido el corazón del faraón para bien de José y su familia. De tal manera que el faraón les permite poder disfrutar de toda la abundancia de Egipto y habitar en lo mejor de la tierra, "la tierra de Gozén", la cual era fecunda por el delta que tenia lo cual la hacia ideal para el ganado y la agricultura. Por un lado vemos como el hambre ha producido que el pueblo Egipto se quede sin posesiones, ya han dado todo su dinero a José por alimento, se nos menciona que también dan su ganado y finalmente ellos mismos y sus tierras fueron comprados por José para el faraón, de esta manera toda la tierra de Egipto vino a ser de faraón, y José establece "el quintil" como tributo para faraón. Entonces por un lado vemos que el pueblo egipcio se convierte en siervos dentro de su propia tierra, pero José no es injusto con ellos y les permite el cosechar y tener para su sustento. Por otro lado vemos que Jacob y su familia disfrutan de lo mejor de Egipto y allí adquieren posesiones y se multiplican. Solo el Dios soberano quien se mueve en la historia para bien de su pueblo y cumplir sus propósitos puede hacer esto.

Jacob es presentado ante el faraón a la edad de 130 años y vive en Egipto por 17 años, siendo sus días de vida en total 147 años, es interesante notar que el habla de "los días de su peregrinación", esa frase nos hace ver que Jacob se veía como un peregrino en la tierra, se sabia perteneciente a una patria celestial y esperaba ciertamente la porvenir, Jacob estaba en Egipto, pero el nunca considero a Egipto su hogar, el sabia que era un peregrino en la tierra al igual que sus padres, el autor de Hebreos hace mención:

"Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra" 
(Heb 11:13).

Esto nos permite poder entender que no importa donde estemos, ya sea en un lugar de escasez o de abundancia, la visión del hijo de Dios, de su vida, y de su destino deben ser celestiales, solos así nuestro corazón sera guardado de amar las cosas del mundo, cuando creemos, y confesamos que nuestra vida y hogar no están aquí en la tierra, viviremos también para lo eterno, ya no dedicaremos la vida a lo terrenal, sino viviremos enfocados en lo eterno, esto no quiere decir vivir fuera de la realidad o ser irresponsable con nuestras labores, tampoco es no tener metas ni tener un plan en la vida, pero todo ello estará enfocado finalmente en nuestro encuentro con el Señor.

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