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sábado, 4 de julio de 2020

LECTURA DE GÉNESIS 33


COMENTARIO

En el capitulo 33 de Génesis se nos relata el encuentro de Esaú con Jacob. Jacob viene de luchar con el ángel en Peniel, ha sido bendecido y se verán las evidencias de ese encuentro en este capitulo, Jacob ya no es el mismo, luego de ordenar a su familia, pasa delante de ellos y se inclina siete veces hasta que llega su hermano (33:3), Jacob ya no esta luchando como años atrás por ser superior a su hermano, ya no busca ser el, el reconocido, sino ahora se humilla y se reconoce inferior a su hermano, a aprendido que "Dios da gracia a los humildes", y en esa actitud, ve el favor de Dios que ha obrado en el corazón también de su hermano, ya no hay rencor, ni resentimiento, Esaú corre a el le abraza, se besan y lloran, son veinte años que han estado separados, es hora de la reconciliación, solo Dios puede obrar una verdadera reconciliación en el corazón, solo Dios puede ayudarnos a olvidar nuestras culpas y perdonar los agravios. El apóstol Pablo en su carta a los colosenses:

 "Vestíos pues como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportandoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros".
(Colosenses 3:12-13)

Una de las evidencias que somos hijos de Dios, es que perdonamos, no puede haber alguien que diga que se ha encontrado con el Señor, y guarde rencor u odio hacia su hermano, el apóstol Juan en su primera carta nos habla al respecto y menciona: 

"El que dice que esta en luz, y aborrece a su hermano, esta todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano esta en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a donde va, porque las tinieblas le han segado los ojos" 
(1 Juan 2:9-11).

"En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios" (1 Juan 3:10).

Entonces vemos que una de las evidencias que somos de Dios y estamos en El, es que perdonamos y amamos. Pues es imposible que aquellos que reciben el perdón de Dios verdaderamente, y disfrutan de esa gracia inmerecida, no sean capaces de trasladarlos a los demás, pues es el amor y perdón de Dios quien nos capacita para perdonar y amar a nuestro prójimo.

En este encuentro de reconciliación entre los hermanos, vemos también otra de las evidencias de una autentica reconciliación, Jacob le presenta su familia a su hermano (33:5-7). Esaú le pregunta acerca de los animales que le han antecedido, frente a esto Jacob le dice que acepte los regalos, Esaú no quiere aceptarlos, pero ante la insistencia de Jacob accede. Vemos finalmente que la disposición a desprendernos de las cosas, y a dar a otros como muestra de amor desinteresado, es una evidencia del obrar de Dios, en este caso en el corazón de Jacob. Ha llegado la hora de despedirse, Esaú parte hacia el monte Seir, lugar que Dios le ha dado para el y sus descendientes (33:16), y Jacob se va hacia Sucot, y habita en Siquem. Y es allí donde Jacob adora a Dios, erige un altar y lo llama "El Elohe Israel", que significa en hebreo, "El Dios de Israel", Jacob ya no se refiere a Dios como el Dios de sus padres (Gén 31:5,42,53 y 32:9), ahora ha tenido su propio encuentro con Dios, y puede decir con total convicción que Jehova es su Dios.

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