COMENTARIO
El capítulo 30 de Éxodo, nos da detalles de la construcción del resto de los artefactos sagrados que se utilizarían durante el servicio en el Tabernáculo. En primer lugar se nos habla del altar del incienso aromático, el cual sería de dos materiales muy valiosos, de madera de acacia y de oro (30:1-5), que eran materiales que no se podrían ni contaminaban específicamente, en ese sentido algunos comentaristas hacen mención que simbolizaban la humanidad y divinidad del Señor Jesús. Recordemos que la mayoría de artefactos sagrados, como el arca y la mesa de panes que estaban dentro del Tabernáculo estaban hechos de los mismos materiales. Por otro lado este altar donde se quemará el incienso estaría colocado justo frente del arca (30:6) teniendo como separación el velo que hacía separación entre el lugar santo y el lugar santísimo.
En este altar los sacerdotes tenían que quemar incienso que llenaba de un aroma delicioso todo el lugar cada mañana al encender las lámparas y al anochecer respectivamente (30:7-8), de esta manera el Tabernáculo se mantenía lleno de un aroma agradable constantemente y esto de alguna manera como algunos comentaristas mencionan simbolizaba la oración de los justos que sube como olor fragante a Dios, pero también la vida del Señor Jesús que fue como un aroma delicioso para Dios. Que importantes es recordar que nuestras vidas deben ser de olor grato a Dios, y de la misma manera que el sacerdote se acercaba cada mañana y cada noche a encender la lámpara del candelabro para que haya una luz constante en el Tabernáculo, además de un olor agradable de manera constante, así como hijos de Dios cada mañana y al acostarnos deberíamos exponernos a la luz de la Palabra la cual puede alumbrar nuestra oscuridad y despejar toda contaminación de tiniebla que pueda haber en nosotros.
El Salmista va a mencionar: "Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino" (Salm 119:105) y el apóstol Pedro menciona en su segunda carta: "Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones" (2P 1:19).
Vemos que de la misma manera en el Tabernáculo de reunión la lámpara debía arder continuamente, dando luz de manera constante, debemos procurar que nuestras vidas estén expuestas de manera constante a la luz de la Palabra de Dios.
En cuanto al incienso aromático, cabe mencionar las palabras del rey Salomón: "Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable" (Ec l0:1)
El incienso que se quemaba en el altar, era algo especial, era un incienso exclusivo para ese lugar, porque era para Dios, de la misma manera debemos considerar que nuestras vidas son para Dios, y debemos cuidar de que puedan ser de olor grato a Dios, esto ahora es posible gracias a la obra del Espíritu Santo, obra de santificación que opera el Espíritu, en el creyente.
Otro detalle que vemos es el uso del Altar del incienso, el pasaje nos menciona que en dicho altar no se podía quemar ni fuego extraño, ni holocaustos, ni ofrendas ni derramar libaciones (30:9), solo el sumo sacerdote una vez al año en el gran día de la expiación, derramaba la sangre del sacrificio de ese día especial sobre los cuernos del altar (Ex 30:10, Lev 16:18-19). Entendemos por ello la temprana muerte de Nadab y Abiú, quienes quebrantaron este mandato dado a los sacerdotes y ofrecieron fuego extraño, lo cual produjo que la ira de Dios los consumiera (Lev 10:1-2).
Dicho incienso aromático, así como el aceite de la unción eran elementos preparados según las instrucciones de Dios (Ex 30:23-24, 34-35), y eran de uso exclusivo para el Tabernáculo, eran santos, no por sí mismos, sino porque eran para Dios, y eso los hacía santos, es decir diferentes. Es por ello que su uso para otro tipo de tareas era considerado un sacrilegio y la pena era ser cortado de su pueblo, lo cual por algunos es traducido como pena de muerte y otros consideran que eran expulsados de entre los hijos de Israel (30:33 y 28). De la misma manera somos llamados a ver nuestras vidas para Dios, a veces pasamos por alto que ahora nuestra vida le pertenece a Dios, que hemos sido comprados con un gran precio, la sangre de Cristo, vale la pena reflexionar en que de la misma manera que estos elementos eran de uso exclusivo para Dios y su uso inadecuado era condenable, también Dios nos pide que presentemos ahora nuestras vidas como un sacrificio vivo santo, agradable a Dios, el apóstol Pablo en su carta a los Romanos menciona:
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Rom 12:1).
Finalmente se nos hace mención de la construcción de la Fuente de Bronce, que seria colocada entre la entrada del tabernáculo y el altar de bronce donde se realizaban los sacrificios (30:18), se hace mención a que los sacerdotes tenían que lavarse allí antes de entrar al tabernáculo a ministrar y en segundo lugar antes de presentar ofrendas a Dios en el altar de bronce (30:20), tenían que lavarse y si no lo hacían morirían, esto era una advertencia, no una condena en si, Dios advertía mi presencia está allí, sino se lavan, morirán, esto nos habla de la presencia Santa de Dios y la necesidad para nosotros como hijos de Dios de cada día acercarnos a la presencia de Dios confesando nuestros pecados, poniéndonos a cuentas con Dios, y de la misma manera si vamos a servir o ministrar en la casa de Dios, debemos examinarnos y acercarnos con temor habiéndonos puesto a cuentas, en santidad, esto ahora es posible gracias a la obra del Señor Jesús. Recordando las palabras del autor de Hebreos:
"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor" (Heb 12:28-29)
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