COMENTARIO
En el capitulo 27 de Éxodo se nos describe la construcción, diseño y elaboración del altar de bronce, el atrio del tabernáculo y el aceite del alumbrado. Vemos que nuevamente se repite la frase: "de la manera que te fue mostrado en el monte así lo harás" (Ex 27:8). De esta manera vemos que importante era para Dios que las cosas se hicieran bajo su dirección. En este altar de bronce, se llevarían a cabo los sacrificios para Dios, es aquí donde la sangre seria derramada, y por ende este lugar también seria santo, pues allí se presentaría los diversos tipos de ofrendas descritas en el libro de Levítico para Dios.
Se nos describe también el diseño, medidas y materiales a utilizar para las cortinas y sus uniones del atrio del tabernáculo, el cual seria el lugar donde se llevarían a cabo los sacrificios y el lavamiento de los sacerdotes, preparándose para presentar los sacrificios al Señor, en este lugar si podría entrar el ofrendante, con su sacrificio. Vemos por un lado, estaba el sacrificio que era un animal determinado, tal como esta descrito en el libro de levítico, el cual tenia que ser sin defecto, por otro lado esta el ofrendante, que era la persona que traía la ofrenda, y en tercer lugar teníamos al sacerdote que era el que ofrecía la ofrenda a Dios. Estos tres elementos los vemos cumplidos en la persona del Señor Jesús:
1. JESUS ERA EL OFRENDANTE:
- El se ofreció voluntariamente (Heb 9:14)
- Él se presentó por nosotros ante Dios (Heb 9:24)
- El se presenta de su voluntad (10:5-7, Jn 10:18)
2. JESUS ERA EL SACERDOTE
- El presentaba el sacrificio (Heb 9:11, 10:11-12)
3. JESUS ERA LA OFRENDA
- Su cuerpo era la ofrenda, hecha una sola vez y para siempre (Heb 10:10)
- En olor fragante (Ef 5:2)
- El sacrificio de sí mismo (Heb 9:26)
Finalmente vemos en este capitulo que se describe los ingredientes del aceite para el alumbrado, este aceite seria usado de manera exclusiva para el candelabro de oro que estaba en el lugar Santísimo, frente a la mesa de panes. Dicho candelabro tenia que arder continuamente, sabemos que en el Antiguo Testamento, el aceite es símbolo del Espíritu Santo; de esta manera esto simbolizaba en primer lugar al Señor como la luz del mundo, la cual vino a alumbrar las tinieblas de este mundo (Jn 8:12). Este candelabro tenia que arder continuamente, la luz no se podía apagar, de esa misma manera nosotros debemos buscar también continuamente ser llenos del Espíritu Santo, para que nuestras vidas alumbren.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder (Mt 5:14)
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