COMENTARIO
Han pasado ya mes y medio desde que los hijos de Israel han salido de Egipto, se hace mención que salen de Elim, y llegan al desierto de Sin, que se encontraba entre Elim y el Monte Sinaí, recordemos que Dios habia establecido que contarían su año a partir del mes de Abib ó Nisán, que seria el primer mes, en el cual se celebraría la Pascua. Y estaban ya cerca al monte donde Dios se le había aparecido a Moisés y donde les daría la Ley para dirigir sus vidas ahora que eran libres.
La pregunta es ¿están preparados para recibir los mandamientos de Dios?, las pruebas que Dios les permitirá experimentar tendrían el propósito de desarrollar confianza y obediencia en ellos, sin embargo vemos que nuevamente ante la falta de alimentos se quejan y murmuran contra Moisés y Aarón (16:2). Y aquí vemos que parece que aún los hijos de Israel dudan que realmente Dios los haya liberado pues volcán sus quejas contra Moisés y Aarón, Dios les ha mostrado su poder para sustentarlos, sin embargo ellos aún ven las cosas en el plano terrenal, no se dan cuenta que Dios esta probando sus corazones, no están preocupados por conocer mejor a su Dios, sino solo por sus necesidades físicas. Sus palabras muestran no solo falta de fe, sino un corazón malagradecido, y una actitud arrogante y altanera delante de Dios. Mencionan que mejor les hubiera sido continuar de esclavos en Egipto, porque "comían bien" (16:3), y acusan a Moisés y a Aarón que los han sacado para morir al desierto, es difícil pensar como un pueblo que había sido testigo de tantas señales y milagros echas por Dios en Egipto y al cruzar el mar Rojo, duden que Dios pueda hacerse cargo de la provisión de su sustento. Pero si somos sinceros ello mismo nos pasa a nosotros, no somos muy diferentes a los hijos de Israel. Es importante entender que la manifestación de milagros y señales no forman fe y confianza en el corazón de manera instantánea, nos sorprenden y emocionan, pero luego todo eso se evapora ante el calor de las pruebas, la verdadera fe, esta fundamentada en el conocimiento de quien es Dios; los milagros que habían presenciado tenían ese propósito también, que ellos conozcan quien es el Dios que los liberaba y confiaran en El, sin embargo, ellos no han abierto sus corazones aún al Señor, siguen en su interior anhelando su vida antigua de esclavitud en Egipto.
Pienso que los hijos de Israel, tenían aún una fe emocional en este momento, su corazón era aún como esa tierra con pedregales, en la que el Señor cuenta que cuando sale el sol, se seca, y no da fruto porque su raíz no es profunda (Mt 13:5-6), ellos necesitaban hacer raíces profundas en Dios, tal como David en el Salmo 1, lo menciona hablando del "bienaventurado ó muy dichoso aquel que medita día y noche en la ley de Jehova, pues sera como árbol plantado junto a corrientes de agua". Día a día la fe del pueblo era regada por Dios, ellos presenciaban la columna de nube y fuego diariamente, que los protegía y permitía seguir su camino, sin embargo habían muchas piedras aún por ser removidas. Nosotros la iglesia de Dios a diferencia de los hijos de Israel, tenemos mayor ventaja, pues tenemos ya la Revelación completa y la presencia del Espíritu Santo en nosotros, es responsabilidad de cada uno en ese sentido en hacer raíces profundas a través del estudio y aplicación a la vida de la Palabra de Dios.
Vemos que frente a la murmuración del pueblo, Dios en su paciencia, les provee pan, a lo cual el pueblo denominaría "Mana", pero junto con la provisión establecería mandamiento para probar su obediencia, confianza y dependencia a El. El Señor les daría este pan, que era como una semilla de culantro, y su sabor a hojuelas con miel (16:31), el cual tenían que tomar la ración exacta que consumirían para el día (16:4), solo el día de reposo no tomarían y un día antes recogerían doble ración para los dos días (16:5), sin embargo vemos que algunos del pueblo no obedecieron la voz de Dios a través de Moisés, algunos recogían de mas, lo cual se podría al día siguiente (16:20), otros salían el día de reposo a buscar y no encontraron nada (16:27), y se hace mención que la ración que recogían de más un día antes del día de reposo no se les malograba (16:24). De esta manera Dios les mostraba que era El quien los sustentaba, y que ellos debían aprender a confiar en su provisión diaria.
Dios no solamente les dio el mana sino también les proveyó de codornices para su alimentación (16:13-15), pensemos un poco en el día a día del pueblo de Israel, ellos contaban con una columna de nube que los guiaba y protegía del calor apremiante del desierto en el día; y una columna de fuego, que les daba calor y luz durante la noche. Cada día presenciaban un milagro, sin embargo eso no generaba fe de manera espontanea, ellos necesitaban abrir el corazón al Señor y arrepentirse de la incredulidad de sus corazones. De la misma manera nosotros gozamos cada día de la luz de la Palabra de Dios, el cual alumbra cada día nuestra mente para darnos dirección en medio de nuestro peregrinaje en este mundo.
Dios manda finalmente a Moisés guardar un gomer que equivalía a 3,7 litros de mana, para testimonio para las futuras generaciones de como Dios los había sustentado en el desierto (16:32-33), lo cual seria guardado en el arca de la alianza dentro del Tabernáculo de reunión.
Este mana vendría a ser una figura del verdadero "Pan del cielo", el cual Dios enviaría en la persona de su amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el cual seria el alimento que saciaría el alma de manera permanente y nos daría vida eterna. Esta experiencia de comida diaria de parte de Dios con el mana, seria recordado por todas las generaciones de hijos de Israel, este pan los acompañaría por los 40 años que estuvieron en el desierto (16:35). Siglos después el Señor Jesús en el milagro de la multiplicación de panes y peces, diría a la multitud las siguientes palabras:
"No trabajen por la comida que perece sino por la que permanece para vida eterna..." (Jn 6:27)
Ellos recordando este evento del mana le dirían que sus padres han comido el pan del cielo en el desierto (Jn 6:31), ante esto Jesús les respondería que si bien sus padres comieron el mana, finalmente murieron (Jn 6:49), el pan verdadero era el mismo Señor, el daría su vida en rescate por todos nosotros, y al creer en El, entraríamos a esa comunión en la cual nuestra hambre interior seria saciada. Como hijos de Dios podemos confiar en el Señor que el no nos desamparara de "el pan diario", El sabe que lo necesitamos, así como sustento a los hijos de Israel los 40 años, de la misma manera El nos sustentara y bendecirá nuestro trabajo, en la medida que confiamos y sometemos a El. Y a su vez nos ha dado al Señor Jesús, que es el verdadero "Pan del cielo", el alimento espiritual, que puede llenar nuestras almas y dar vida eterna a todo aquel que cree en El.
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