COMENTARIO:
En el capítulo 22 del libro de Levítico se nos mencionan otros tres grupos de leyes que tiene que ver con las ofrendas que los hijos de Israel presentan a Jehová y cómo deben ser administradas por los sacerdotes.
El primer grupo de leyes están dirigidas a los sacerdotes y se hace mención a cómo debían participar de “las cosas sagradas” (Lev 22:1-16); el segundo grupo de leyes estaba dirigidas a toda la nación, tanto a los sacerdotes como a los hijos de Israel, que eran llamados a presentar sus ofrendas al Señor, en esta segunda sección se nos hace mención a que las ofrendas de animales tenían que ser sin defecto para que sean aceptadas delante de Dios (Lev 22: 17-25); el tercer grupo de leyes también están dirigidas a la nación y tienen que ver con otro grupo de instrucciones de cómo debían presentarse las ofrendas para que sean aceptadas delante de Dios (Lev 22:26-30).
En cada uno de los grupos de leyes se hace mención: “YO JEHOVÁ QUE OS SANTIFICO” (22:9, 16, 32). Todo el pueblo, tanto los sacerdotes como los demás hijos de Israel, debían guardar los mandamientos del Señor, en razón de que Dios los había liberado de Egipto para ser su Dios (Lev 22:33).
LEYES PARA LOS SACERDOTES (Lev 22: 1-16)
En el verso 2 , se hace el llamado a los sacerdotes a “abstenerse de las cosas santas”, en el caso de encontrarse contaminados, ya que de esta manera profanarian el nombre del Señor. Las “cosas santas o sagradas” eran los sacrificios u ofrendas que los hijos de Israel consagran a Dios (22:3).
Dios había determinado que los sacerdotes comieran de los sacrificios de paz que los hijos de Israel presentaban pues esto era su parte, esto lo vemos en (Lev 7: 14,30 y 32).
El sacerdote no podía comer dichos alimentos consagrados con inmundicia en él, debía estar limpio para poder participar (22:6-7).
Desde el verso 4 al 8, se hace mención a todas aquellas cosas que podían hacer impuro al sacerdote y contaminarlo, que se ha visto anteriormente en los capítulos del 11 al 15:
En el caso de tener lepra
En el caso que padeciera flujo
El que hubiera tocado cadáver
El que hubiera tenido emisión de semen
El que tocare animal inmundo
El que comiere animal mortecino o despedazado por fiera
Si los sacerdotes hacían caso omiso de estas ordenanzas y se presentaban impuros corrían el riesgo de morir (Lev 22:9), esto también lo encontramos en las leyes de Levítico 7:20-21.
Desde el verso 10 al 14, se hace mención a quienes no podían comer las “cosas sagradas”
Ningún “extraño” (No perteneciente a la nación de Israel)
La hija que se casare con un “extraño”
Al igual que en el verso 9, se hace mención en el verso 15, a no “profanar” o contaminar “las cosas santas” de los hijos de Israel, es decir las ofrendas y sacrificios debían ser comidos estando limpios ceremonialmente, ya que si comían en desobediencia exponen también a que el pueblo participara de su pecado (22:16)
Conclusiónes:
En la Iglesia ahora los que son llamados a administrar los recursos de Dios son los pastores, Dios les ha dado la responsabilidad de poder dar su Palabra, de poder cuidar la grey de Dios, ellos participan de los diezmos que el pueblo de Dios da, en ese sentido los pastores deben cuidar sus vidas, y servir al pueblo de Dios en santidad e integridad.
Los pastores tienen que cuidar sus vidas y las de sus familias para que estas sean de testimonio, si ellos viven vidas en pecado y utilizan mal los recursos dados por Dios, harán pecar a la grey de Dios, y esto traerá juicio a sus propias vidas, es por ello que el apóstol Pablo da instrucciones claras de cuáles son los requisitos en el carácter de aquel hombre que es llamado al ministerio y a ejercer función pastoral (1 Tim 3:1-7)
LEYES PARA TODA LA NACIÓN ( Lev 22:17-33)
Estas leyes estaban dirigidas a todos los hijos de Israel y aún a los extranjeros que vivían entre ellos (22.18). Cuando quisieran ofrecer ofrendas en pago de sus votos o como ofrenda encendida en “holocausto” o en “sacrificio de paz” (v. 18 y 21a), tenía que ser de un tipo de animal específico (v. 19), y sin defecto (v. 20 y 21 b).
Los sacrificios tenían que ser sin defecto porque eran para Dios, tenía que ser lo mejor de sus animales, en nuestro caso, sabemos que Dios ya no nos pide sacrificar animales, pero si nos pide una adoración genuina, sincera y verdadera (1 Cor 5:8).
Los animales ofrecidos tenían que ser sin defecto (v. 22-24), pero también no tenían que ser de extranjeros, es decir tenían que ser animales propios (v. 25).
Si bien la primera parte se nos ha hablado de que debía ser sacrificado “animal limpio sin defecto”, en la parte final se nos menciona de cómo debían ser sacrificados para ser aceptos:
A partir del Octavo día de nacimiento (22:27)
No se degollara a la mama y a la cría, el mismo día (22:28)
En el caso de sacrificio de acción de gracias tenía que ser comido el mismo día, no debía dejarse nada para el otro día a diferencia del sacrificio de voto o voluntario (22:30, comp. Lev 7:15-16).
Estos mandamientos debían ser cumplidos, recordemos que lo profano era lo común, no necesariamente pecaminoso en sí, pero todo lo que estaba en el tabernáculo y dentro de Él, era Santo, debido a que había sido consagrado a Dios, y era usado para su servicio.
Conclusiones:
El centro de la adoración en el culto, es Dios, ello vemos tanto en todo el oficio del Tabernáculo, y encontramos también ese mismo requerimiento en el servicio que ahora damos al Señor cuando nos reunimos como Iglesia Local, para ministrar y darle gloria.
Si se tenía sumo cuidado de no contaminar el santuario terrenal, cuanto más debemos ahora ser cuidadosos de mantener limpio y no contaminar el santuario donde ahora habita el Espíritu Santo, el cual somos nosotros, los creyentes (1 Cor 3: 16-17, 6:18-20).
Como Iglesia somos llamados a presentar sacrificios espirituales al Señor, cuando nos reunimos a orar, estudiar su Palabra, cuando damos nuestras ofrendas y servicio al Señor, somos llamados a hacerlo con un corazón limpio, rendido al Señor; ya que de la misma manera que los sacrificios de animales con defecto eran rechazados, si presentamos nuestra oración, ofrendas y servicio a Dios con pecado en nuestro corazón ello no será agradable al Señor.
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