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jueves, 4 de abril de 2024

LEVÍTICO 15


Comentario

En el capítulo 15, se nos menciona en qué casos el hombre y la mujer eran impuros físicamente, y como tenía que ser el procedimiento de limpieza y purificación; tanto en el caso del hombre que tuviera flujo o emisión de semen (Lev 15:2, 16); la mujer cuando tuviere flujo de sangre (Lev 15:19) y el varón que tuviera relaciones con mujer que estuviera en su periodo menstrual (Lev 15:24).

Recordemos que el propósito de Dios para su pueblo, es que ellos fueran diferentes a las demás naciones, ellos debían ser santos, no debían adorar a Dios como lo hacía las demás naciones a sus dioses, Moisés dirige esta advertencia tanto a la primera como a la segunda generación de Israelitas que finalmente cruzaron el Jordán:

“'No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas(Éxodo 23:24)


“Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses” (Deut 12:31)

Las naciones cananeas, a las cuales el pueblo de Israel se dirige, practicaban el “Culto a la fertilidad”, en las cuales ellos tenían relaciones con las sacerdotisas, y dando su semilla “semen”, creían que recibirían bendición o fructificación sobre sus cosechas.

Por otro lado vemos que tanto el semen como la sangre mencionados en este capítulo, tienen relación con la vida. Cabe recalcar que el flujo y la emisión de semen, que se daban de manera natural o en un contexto de relación sexual en el matrimonio, no era pecado, Dios bendice la unión matrimonial y el lecho sin mancilla, es decir cuando sus hijos practican las relaciones sexuales dentro del contexto de matrimonio y bajo sus directrices.

El apóstol Pablo hace mención en su primera carta a los Tesalonicenses:

“La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual. Como resultado cada uno controlará su propio cuerpo y vivirá en santidad y honor, no en pasiones sensuales como viven los paganos, que no conocen a Dios ni sus caminos (1 Tes 4:3-5)

Y el autor de Hebreos menciona:

“Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio”

(Heb 13:4)

De la misma manera el periodo de menstruación de la mujer no era considerado pecado, pues era algo natural en la mujer. Pero si tanto la emisión de semen como el flujo de sangre hacia al israelita “ceremonialmente impuro”, es decir lo incapacitaba de poder participar de la liturgia y de entrar al tabernáculo de reunión. Entonces ninguno de estos flujos hacía pecador a un Israelita pero en el contexto de la Ley, si los hacia impuros físicamente lo cual los imposibilitaba de poder entrar en el tabernáculo y participar del culto a Dios. Las naciones paganas en sus cultos a sus dioses, si derramaban el flujo de sus cuerpos, Dios quería dejar claro a su pueblo que ellos no debían hacer así con Dios.

Es por ello que tanto el varón como la mujer, después de haberse limpiado de su flujo, tenia que contar siete días desde su purificación, lavar sus vestidos y su cuerpo en aguas corrientes y seria limpio; y al octavo día podía recién participar de la liturgia, presentando sus dos tortillas o palominos, y el sacerdote le purificará de su flujo delante de Jehová (Lev 15:13-15; 28-30), una vez purificados podrían entrar al tabernáculo de reunión, donde moraba la presencia de Dios.

“Así es como ustedes protegerán al pueblo de Israel de la impureza ceremonial. De lo contrario, ellos morirían, porque su impureza contaminaría mi tabernáculo que está en medio de ellos” (Levítico 15:31 - NTV)


En el Contexto del Nuevo testamento, vemos el caso de la mujer que sufría de Flujo de sangre (Mc 5:25-34), entendemos mejor su sufrimiento al pasar tanto tiempo en esa situación, y ser considerada impura, sin poder participar de las ceremonias ni poder entrar al templo; el Señor Jesús, no se escandalizó de haber sido tocado por ella, él no se contaminó con ella, más bien ella fue limpia y salva al tocarlo, a aquel que es la fuente de la vida, y quien nos limpia y purifica de toda contaminación.

Los religiosos de la época, hacían mucho énfasis en la limpieza externa y se habían olvidado de que lo que a Dios más le importaba era la limpieza interna (Mc 7:1-7), el Señor los va a reprender con las siguientes palabras:

»¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! ¡Pues se cuidan de limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero ustedes están sucios por dentro, llenos de avaricia y se permiten todo tipo de excesos! ¡Fariseo ciego! Primero lava el interior de la taza y del plato, y entonces el exterior también quedará limpio” 

(Mt 23:25-26 - NTV)



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