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sábado, 3 de octubre de 2020

ÉXODO 38

 

COMENTARIO

El capitulo 38 de Éxodo, continua describiéndonos la construcción de implementos del Tabernáculo de reunión, ahora los correspondientes al atrio, es decir la parte externa del tabernáculo, donde los sacerdotes llevaban a cabo los sacrificios, y donde si podían tener acceso el pueblo trayendo sus ofrendas. En esta parte, se nos describe a su vez el camino necesario para entrar a la presencia de Dios. Representado tanto por "el altar del sacrificio", donde se sacrificaba, y derramaba la sangre del animal, lo cual nos indicaba la necesidad de derramamiento de sangre para acercarnos a Dios, y hacer remisión. Y por otro lado encontramos "la fuente de bronce", la cual estaba también compuesta por espejos. Los sacerdotes antes de entrar a ministrar al tabernáculo debían lavarse, y los espejos ayudaban a que puedan ver con cuidado si había alguna suciedad de tal manera que puedan entrar limpios a su servicio.

Entonces vemos como Dios en su sabiduría nos señala el camino a su presencia, es necesario un ofrendante, un sacrificio, una limpieza absoluta, y es necesario un sacerdote. Y vemos que en todo ello el Señor se proveyó, pero todo esto nos señalaba a la persona de Cristo.

En primer lugar, El era el ofrendante, a diferencia de los hijos de Israel, que presentaban animales y sangre ajena, el Señor se ofreció asimismo de manera voluntaria. El apóstol Juan nos menciona en el evangelio las siguientes palabras del Señor:

"Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre" (Jn10:17-18).

En segundo lugar, El era el sacrificio o la ofrenda, el Señor se estaba dando a si mismo para redimirnos, tal como lo menciona el autor del libro de hebreos.

..."pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado" (Heb9:26).

En tercer lugar, El era sin pecado, limpio y sin contaminación, el autor de hebreos nos menciona lo siguiente en relación a la pureza y santidad del Señor:

"Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos" (Heb7:26)

En cuarto lugar, El Señor era el Sacerdote, el perfecto sacerdote, el autor de hebreos nos menciona también:

"Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios" (Heb10:11-12)

Entonces, vemos como parte descritas en este capitulo nos señalaban la persona y la obra maravillosa del Señor Jesús. 


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