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jueves, 9 de mayo de 2024

NÚMEROS 6


 COMENTARIO

En el capítulo 6 de Números en la primera sección (Núm 6:1-12), encontramos instrucciones para todo aquel que hiciera voto de nazareato; en la segunda sección (Núm 6:13-21), encontramos la ley del nazareo y finalmente en la tercera sección (Núm 6:22-27), encontramos la bendición sacerdotal.

En la primera sección Dios le da instrucciones a Moisés, para todo aquel de los hijos de Israel, sea hombre o mujer que hiciera voto de nazareo (Núm 6:2), la palabra Nazareo significa “separado o consagrado”, todo aquel que quisiera consagrarse a Jehová podría hacerlo, vemos que Dios no hace acepción de personas, si bien el ha dado instrucciones específicas la separación y consagración demandaba obediencia a las leyes de Dios. Durante todo el tiempo de su nazareato, todo persona que hiciera voto tenía que abstenerse de vino y sidra, y todo derivado de ellos (6:3-4); no pasará navaja sobre su cabeza (6:5); y no se acercaría a muerto, ni aun por su padre y madre se contaminaría (6:6-7). Todo el tiempo de su nazareato será Santo para Jehová (Num 6:8). Aquel que se consagra tenía que ser diferente, se hace mención a que “la consagración de Dios está sobre su cabeza” (6: 7b), probablemente esta persona había sido ungida con aceite; esto nos habla de que el dedicarse al Señor involucra un gran privilegio, no le hacemos un favor a Dios cuando le servimos, es un privilegio que demanda una gran responsabilidad. Es por ello que Dios hará una advertencia en Núm 30:2, donde se menciona: “Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca”. En el libro de proverbios y eclesiastés el rey Salomón nos advierte: “Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, y después de hacerlo, reflexionar” (Prov 20:25) y “No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras (Ecle 5:2). Estas no son palabras de desaliento para no consagrar nuestras vidas a Dios, sino es un recordatorio a que lo hagamos con reverencia, con sumo cuidado, buscando a Dios en oración, suplicando su gracia y su favor, es un llamado a buscar a Dios para examinar nuestras motivaciones y cuan dispuesto estámos a la renuncia para dedicarnos al Señor, es importante como mencionó el Señor Jesucristo que antes de ir a la batalla veamos con cuantos soldados contamos y si podremos hacer frente (Lc 14:31-33); y si empezamos a construir una torre calculemos si tenemos lo suficiente para culminar la construcción (Lc 14:28-30); debemos ser temerosos y calcular el precio, y luego de ello con plena conciencia depender de la gracia de Dios para ser fieles en su servicio.

En la segunda sección se nos describe la ley del nazareato (Núm 6:13), en esta segunda sección se nos hace mención a los sacrificios que se tenían que presentar, recordemos que estos sacrificios tenían el propósito de expiar el pecado, quitar la culpa, consagrar la vida al Señor, pero también eran una expresión de la adoración a Dios. Al igual que en el caso de los sacerdotes, los nazareos tenían que participar del culto en el tabernáculo y presentar los sacrificios establecidos por el Señor. Esto nos habla de la necesidad de siempre estar sujetos a los mandamientos del Señor, y recordar que solo por el derramamiento de sangre, en el contexto del A.T, de animales, se podía tener acceso a la comunión con Dios, ahora nosotros disfrutamos de mayores beneficios, habiendo ya el Señor Jesucristo hecho un sacrificio perfecto, por nosotros, a través del cual nos ha dado, salvación, pero también ha hecho posible nuestra santificación.

Tal vez uno de los ejemplos más descriptivos que podemos tener en el Antiguo testamento, acerca de estas leyes, es la vida de Sansón, el cual fue un juez elegido por Dios, para liberar a su pueblo de los filisteos, podemos leer en el libro de los Jueces: “..concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos(Jue 13:5). Ya en edad adulta tristemente vemos a un Sansón desobedientes a los mandatos del Señor, y con poco control en su área sexual, acabando siendo engañado por una mujer filistea, lo cual lo llevaría a acabar siendo capturado por sus enemigos. La vida de Sansón nos muestra las consecuencias de menospreciar su servicio y hacerlo de manera impropia en desobediencia, Dios soberanamente usaría a Sansón al final de sus días donde él se arrepiente y finalmente destruye a los enemigos de Dios y su pueblo.

Finalmente vemos en la última sección la bendición sacerdotal, recordándonos que la bendición de Dios se da en el contexto de la obediencia, Aarón y sus hijos habían sido los escogidos para bendecir a los hijos de Israel (Num 6:23), esta bendición está centrada en Dios, en la protección que el da, en su misericordia, en su paz, y su presencia. La más grande bendición de su pueblo era Dios mismo, y eso también es para la Iglesia, y de manera personal en la vida de cada hijo de Dios. Debemos aprender a valorar la presencia de Dios en nuestras vidas, para temerle, obedecer, pero también para disfrutarla, deleitándonos en El, y podamos decir como el salmista: “... en tu presencia hay plenitud de gozo, cerca de ti hay placeres que duran para siempre” (Salm 16:11)

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