Nadab y Abiú eran hijos de Aarón, hermano de Moisés (Éx 28:1). En Éxodo 24:9, se nos describe que ellos estuvieron presentes junto con Moisés, Aaron y los 70 ancianos, cuando se estableció el Pacto en el Monte Sinaí, y Dios se les manifestó (Ex 24:8-10). Por otro lado Dios había dado instrucciones acerca de cómo debía llevarse a cabo el culto y la utilización de cada uno de los instrumentos que formaban parte del Santuario. En Éxodo 30, se nos describe al "Altar del Incienso", y como debía sería utilizado por los sacerdotes, según el mandato de Dios:
Sería puesto delante del velo (Ex 30:6)
Aarón quemará incienso aromático sobre él cada mañana y al anochecer al encender las lámparas (Ex 30:7-8)
No se debería ofrecer él, incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda, ni se derramaría libación sobre el (Ex 30:9)
Sobre sus cuernos, el sumo sacerdote, pondrá la sangre del Sacrificio por el pecado para expiación, en el Gran día de la expiación, lo cual se hacía una vez al año (Ex 30:10)
Estas instrucciones eran muy bien conocidas por los sacerdotes, sin embargo vemos en el Capítulo 10 del Libro de Levítico que Nadab y Abiú tomaron cada uno su incensario, pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová, fuego extraño, lo cual no había sido ordenado por Él (Lev 10:1).
Se nos menciona en el verso 2, que salió fuego de delante de Dios y los quemó, y murieron delante de Jehová. El fuego en la Biblia en este contexto, es un símbolo del juicio de Dios. El autor de Hebreos nos menciona:
"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor"
¿En qué otras situaciones pasó esto en la Biblia?
En Sodoma y Gomorra (Gn 19:24)
Los siervos de Ocozías que venían a capturar a Elías (2 Reyes 1:9-12)
El juicio de Dios en los tiempos finales (2 P 3:10)
En el verso 3, se nos menciona que Moisés, les manifiesta la causa de la muerte de los hijos de Aarón. Ellos se acercaron a la presencia de Dios de manera irreverente, se acercaron sin ningún cuidado, no tuvieron en cuenta su Santidad, y la presencia Santa de Dios, frente al pecado, se manifestó en juicio de fuego, de esa manera Dios se revelaba al pueblo como un Dios Santo, al cual debían temer y honrar. Ahora no se refiere tanto a un miedo de terror, sino a un temor de reverencia, al considerar su Santidad. Es claro que ninguno de nosotros se atrevería a acercarse a un horno ardiendo, le temeríamos, porque sabemos que nos quemaría, cuánto más deberíamos tener temor de acercarnos a la presencia de Dios. Los hijos de Aarón fueron irreverentes y eso trajo juicio hacia ellos. Nosotros ahora, los que formamos parte de la Iglesia de Dios, no deberíamos ser tampoco ligeros al acercarnos a Dios, es verdad que ahora a través de Cristo, tenemos acceso con confianza al trono de Gracia (Heb 4:16), pero ello no involucra el ser ligeros e irrespetuosos, pues Dios es el mismo.
Los hijos de Aarón habían visto a Dios manifestarse en fuego en el monte Sinaí, Dios mismo les había dicho:
"Guardaos no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocaré el monte, de seguro morirá" (Ex 19:12)
"Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago" (Ex 19:22)
La palabra "estrago", significa: daño o destrucción producida por una acción natural. En el ejemplo del fuego, la acción natural es que el fuego destruya y queme. De la misma manera la presencia de Dios, en ese sentido es peligrosa, para los pecadores, nos consume, nos fulmina. Pero si frente a la presencia de Dios, nos arrodillamos y suplicamos su gracia, alcanzaremos misericordia a través de la obra de Cristo (Lucas 5:8-9).
Moisés ordena que saquen los cuerpos de Nadab y Abiú fuera del campamento, y recuerda a Aarón y a sus hijos que no deberían raparse la cabeza, ni rasgarse los vestidos, manifestando de esa manera su dolor y duelo; tampoco podrían salir del Tabernáculo, sino morirían. Pero ¿Por qué esta ordenanza?, no era acaso justo que ellos pudieran hacer su duelo, y velar a su hermano, sin embargo vemos que Dios había dado una ordenanza con respecto a los días de consagración de los sacerdotes, ellos deberían mantenerse al interior del Tabernáculo por 7 días y 7 noches (Lev 8:33-35). Esto nos enseña que la Palabra de Dios, y sus mandatos, están por encima del hombre y de nuestras circunstancias y aún emociones. Los sacerdotes tenían un gran privilegio, pero ello les demandaba mayor responsabilidad.
¿Ahora, acaso Dios es indiferente a nuestro dolor?. Claro que no, Dios no es indiferente a ello, pero una muestra del Amor de Dios precisamente hacia ellos, era la advertencia de Moisés, Dios nos muestra su amor, no tanto por lo cómodo que nos puede hacer sentir lo que nos dice, sino porque ello nos librará de la muerte. Ahora, en el verso 8 al 11, Dios habla a Aarón, y le dice:
"Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo Santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio., y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les ha dicho por medio de Moisés" (Lev 10:9-11)
Algunos mencionan que probablemente Nadab y Abiú se habían embriagado y por ello hicieron lo que hicieron, sea así o no, Dios sabe que la embriaguez embota los sentidos, y hace perder el juicio, y frente a ello el advierte a los sacerdotes a que no se acercaran a Él en ese estado. Ellos debían reconocer y saber que cuando se acercaban al Tabernáculo a servir, era para Dios y delante de Dios, no se acercaban a cualquier persona; y esa misma advertencia es para nosotros, cuando nos acercamos a Dios, no debemos hacerlo como si Él fuera igual a nosotros, o como si se tratara de cualquier persona, sino debemos hacerlo con temor y reverencia. Los sacerdotes, debían saber diferenciar ello, a eso se hace referencia cuando se menciona "para que sepas discernir entre lo santo y profano" (Lev 10:10), es decir saber diferenciar entre lo que le agrada y no le agrada a Dios, en otra versión se menciona "entre lo sagrado y común", el Dios a quienes se acercaban y la obra que realizaban no era común, sino sagrada, y debían hacerla conscientes de ello, de esa manera el sacerdote podría enseñar a sus hermanos, a acercarse de manera correcta a Dios y enseñarles sus mandatos.